La llamada de Vargas Llosa




Mario Vargas Llosa

Por: Andrés Obando

El novelista, por naturaleza, es un ser curioso que vive en constante investigación de asuntos que lo inspiran a escribir. Es común que en esta investigación nazca la incertidumbre sobre el rol del “ser”, y su capacidad y/o limitación para mejorar, dado el tipo de sociedad en que vive. Por lo tanto, el novelista termina encontrándose que la política tiene influencia directa en el desarrollo de sus personajes. Muchos se refieren a sus hallazgos ideológicos de una manera indirecta en sus novelas, sin profundizar. Otros, como Mario Vargas Llosa, son más atrevidos y en vez de pasarle la responsabilidad de sus pensamientos meramente a los personajes o narradores, toman partido directo. Esto esta demostrado en el libro de ensayos recién publicado por el premio nobel peruano, La llamada de la tribu, en que resume la vida y obra de siete filósofos y economistas que moldearon su fascinación por el liberalismo: Adam Smith, José Ortega y Gasset, Friedrich von Hayek, Karl Popper, Raymond Aron, Isaiah Berlin y Jean-François Revel.

Vargas Llosa comienza con una introducción cautivante y autobiográfica, describiendo su recorrido tortuoso a través del espectro político, desde la izquierda hacia la derecha. Honra y agradece a estos grandes pensadores por ayudarle a salir de un momento de confusión, entre una derecha asociada con dictaduras militares respaldadas por los norteamericanos, y un comunismo abanderado por una revolución cubana que lo había decepcionado. Y no solo lo decepcionó a él, sino a muchos otros jóvenes latinoamericanos de su generación, que veían la revolución como una salida del “pozo sin fondo” de desigualdades en que yacía embutido América Latina. No lo culpo por esto, así como no culpo a muchos que por aquella época sufrían el mismo desencanto; era difícil predecir el mal que una ideología tan bien vendida podía traerle al continente. Pocos se imaginaba que en efecto seria una misión perpetua de repartición de miseria entre el pueblo, combinada con una cruel dictadura. Isaiah Berlin, a quien el Nobel recuerda con sonrojo por haberle confundido la nacionalidad en varios escritos, resaltaba como la libertad y la igualdad no pueden convivir en una misma sociedad; al controlar desde un estado totalitario los bienes y roles del ciudadano, se limita la libertad de crear, y al abrirle las puertas a la libertad, se esfuma la posibilidad de ser todos iguales.

Disfruté en especial el ensayo sobre el filósofo francés Raymond Aron. Éste me recordó a la primera novela de Vargas Llosa, La ciudad y los perros; donde el personaje principal denuncia anónimamente a uno de sus compañeros por atrocidades dentro de la escuela militar en que convivían (no detallo más por miedo a arruinar el final de una gran novela). Tiene su similitud con la manera en que Raymond Aron, un erudito con poco reconocimiento global, denuncia a través de sus escritos las ideas socialistas de su alguna vez condiscípulo y amigo, el célebre Jean-Paul Sartre. No obstante, no solo criticaba a Sartre por su fascinación con el marxismo, sino también a la comunidad intelectual de la época, utilizando el “opio” como metáfora para demostrar cómo los intelectuales estaban adictos a las ideas de Karl Marx; El opio de los intelectuales. Sin necesidad de salirse de américa latina, son muchos los ejemplos; García Márquez, Julio Cortázar, Fuentes, Benedetti, entre otros. Se me ocurre que se debe a la vida austera con la que gran parte de estos se conformaban; sesgados, ignorando que la mayoría de personas no se resignan a solo un techo donde escribir y leer en paz, y olvidando que la competitividad es una característica innata del ser humano. Claro está que al escribir La ciudad y los perros, Vargas Llosa seguía deleitado con la imagen idealista del marxismo; supongo que aún no había disfrutado de las ideas liberales de Aron, y por lo tanto nunca asoció a sus propios personajes con éste y Sartre.

Vargas Llosa nos describe a través de La llamada de la tribu, un espectro amplio de lo que él considera que es el liberalismo, y lo hace con la misma prosa, carente de ripios, con la que me he dejado deleitar por varias de sus novelas. Y ¿como no resaltar mi primera experiencia al leerlo?, cuando por primera vez abrí uno de sus libros; Las travesuras de una niña mala. La capacidad del nobel de interesar al lector en diversos temas es evidente. Sea en un relato de un hombre embobado por la indiferencia de una niña mala con quien espontáneamente se encuentra en distintas ciudades, así como mantenerlo cautivado por trescientas páginas de ensayos económicos en La llamada de la tribu. Aunque el primero lo leí cuando tenia quince años, recuerdo con especial cariño a la niña mala; gracias a ella pude adentrarme en el mundo Vargas Llosa. Así también recordare este último; por permitirme profundizar en los detalles del liberalismo.

En fin, espero que la propagación de La llamada de la tribu ayude a contrapesar el complejo momento que padece América Latina; atiborrada de dictaduras socialistas, limitadoras de la capacidad privilegiada que tenemos los seres humanos de crear.

 

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*Andrés Obando es Bachelor of Science: Administracion de Empresas con enfoque en Economía y Emprendimiento en Babson College


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