Carta de Navidad a un anónimo


La gente habla sin escuchar, escribe sin leer, y sufre sin llorar.

Para eso es mi carta, para llorar. Para expresar todo lo reprimido que tengo adentro. Pero no querido anónimo, mi vida no es un fracaso. Nada cerca. Es más, me considero una persona feliz y sonriente. ¿Pero acaso tampoco tengo derecho a llorar? A pesar de no exclamar a gritos que quiero dejar este mundo, también me gustaría lagrimear la almohada, pegarle un puño y clavarle la cabeza hasta que se me vaya el aire.

¿Me ves? Por supuesto que no. No soy más que palabras. No soy más que tinta que escupe sentimientos sobre esta página. No soy más que un ser igual que vos.

Y cómo vos, también recibiré una carta, anónima, tal vez no tan ruda, quizás llena de sonrisas y cuentos de hadas. No como la que contemplas en tus manos.

Me disculpo por ello. Espero no arruinar tu Navidad.

Espero que con esta carta entiendas que no eres el único que a veces necesita llorar.

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